domingo, 9 de julio de 2023

09/07/2023: MFyC siendo paciente

Algo que te ocurre sin que te des cuenta cuando  eres médica y estás embarazada es que eres también paciente.

Es raro, es difícil, no eres una paciente normal aunque vayas como yo, sin comentar tu profesión.

Siempre me ha parecido que anunciar que eres médica cuando te está atendiendo un compañero puede ser peligroso.  Lo pienso porque yo he sido también médica de medicas.  A veces se tiende a no actuar como lo haces normalmente, a ir a otro ritmo, a pedir cosas que quizá no pedirías, utilizar vías que quizá no utilizarías, dar la información de una forma distinta quizá porque das por hecho conocimientos que se tienen por ser sanitario... Te sientes un poco más vigilada, quieres causar buena impresión y cometes el error de no ser la médica que siempre eres, y eso te puede llevar a cometer otros errores.

Por eso intento no decir en qué trabajo hasta que no tengo una mínima confianza con la persona que me atiende.  Esta vez, en las consultas de tocología (donde te sigue el embarazo el ginecólogo), no he tenido oportunidad de apenas comentarlo.  

He conocido a 8 médicos diferentes en mis 9 consultas de seguimiento, una más el día del parto, a 2 ecografistas, y pido perdón por no recordar siquiera el número de enfermeras que me habrán atendido.   Siento vergüenza al escribir esto.  Pertenezco a un sistema sanitario incapaz de ofrecer la longitudinalidad en la asistencia, ya ni en un solo proceso de salud autolimitado como son 9 meses de embarazo.

Bajo la sentencia "servicio jerarquizado" muere la longitudinalidad sin que a nadie le importe.  Se ofrecen a cambio consultas rápidas, biomédicas, eficientes en tiempo y recursos si miras desde fuera.  Pero desde dentro... no me he sentido acompañada, no era el lugar donde plantear mis dudas y mis miedos, he ido a consulta con los nervios propios de quien se presenta a un examen, deseando que peso y tensión saliesen bien y que al menos me dieran un feedback positivo sobre el curso del embarazo y el estado de mi hija.  

Los médicos que me atendieron siguieron todas las recomendaciones que dan las guías para controlar el embarazo, fueron puntuales y rápidos (ninguna de mis consultas duró más de 15 minutos, salvo las ecografías regladas), no cabe la queja.  Pero la mayoría de esos médicos no se presentó al empezar la consulta así que no supe a quien dirigirme, no me llamaron por mi nombre, una vez no dejaron que me acompañase mi pareja en la consulta, hasta en tres ocasiones no pude ver la ecografía que me estaban realizando (yo iba con la ilusión de ver de nuevo la carita y las manitas de mi pequeña moviéndose, aunque sólo fuera un segundo).   Ninguno de los médicos que me atendió conoció finalmente a mi hija... Entiendo que su objetivo es que la gestación y el parto concluyan de la mejor manera y ya está, pero el objetivo de sus pacientes no es otro que conocer por fin al bebé por el que se han sometido a todo ese proceso, por el que han ido preocupadas a todas las consultas, al que ansiaban ver en la ecografía.  Cuando por fin nace, quieres presentársela a quienes te han acompañado en el embarazo y normalmente están deseando conocerla.

Yo normalizaba este sistema porque pensaba que no había mucho más que hacer con lo que tenemos y que mientras se cumplieran los objetivos biomédicos íbamos tirando. Pero mi experiencia más reveladora fue una consulta del tercer trimestre. 

Salí de casa con mi pareja para asistir a lo que se suponía que era una última revisión y toma de cultivo.   En el centro médico me atendieron casi a mi hora y todo fue médicamente estupendo: me pesaron, me midieron tensión, me tomaron 2 cultivos, me hicieron ecografía y me dieron cita de resultados e indicaciones a seguir y la consulta duró unos 10 minutos, así que fue súper eficiente de nuevo.  Pero también fue la primera vez que me sentí vulnerable en una consulta, donde se supone que soy fuerte.   

De nuevo la doctora no se presentó y empezó a darme comandos que fui siguiendo, uno tras otro: "deja ahí tus cosas, pasa al peso, has perdido muy bien, siéntate ahí, súbete la manga a ver tensión, bien, pasa detrás de la cortina, quítate toda la parte de abajo, sube a la camilla, sube las piernas, muévete hacia abajo, cojo cultivo, súbete la camiseta que miramos la eco, está bien vale, limpiate con esto, bajate ya y vístete".  Una vez cumplidas las órdenes me quedé detrás de la cortinilla sola con mi tripón.  Nadie me ayudó a levantarme, me vestí haciendo equilibrios y mientras tanto la gine dijo algunas cosas más al otro lado de la cortina que solo mi marido escuchó bien y entendió.  Le contó cómo tomar el hierro y cuándo y cómo pedir la próxima cita. 

Salimos, él con papeles en la mano y yo con las zapatillas aún sin atar y aturdida.  Tuve que preguntarle qué había pasado y si todo estaba bien.  Intentando seguir el ritmo de las indicaciones no había sido consciente de nada. Me sentí frágil y un poco sola.  Sentirse así después de una consulta cuando eres médica, no es fácil de digerir... sentirse así seas quien seas no es admisible, nunca.

Entonces me di cuenta de que en mi embarazo hubo alguien que sí me acompañó en consulta y en clases de preparación al parto.  La matrona de mi centro de salud, mi matrona, se llama Ce y es extraordinaria.  Ce cumple también los protocolos de seguimiento en el embarazo.  Ella también me pesa, me mira tensión y me explora pero le cuesta un poco más de tiempo, habla menos, escucha más.  Ce no se presenta cuando llego porque ya nos conocemos, porque cuando entro en su consulta siempre encuentro a la misma persona y ella conoce cosas de mi que no salen en el ordenador, sabe que las citas me vienen mejor al principio o al final de la mañana, sabe que me preocupa un poco mi futuro laboral, sabe qué nombre quiero ponerle a mi hija.

Ce me informa de temas que envuelven tanto al embarazo como a la maternidad, me aconseja en cosas que no están en las guías pero que conviene saber, y lo hace siempre desde el respeto.  Antes de despedirse siempre me pregunta si tengo alguna duda, si necesito algo más.  

Tengo la sensación de que la conozco un poco, ella nos conoce, a mí, a mi pareja y ahora a mi hija, confiamos en ella.

Ser paciente, sentarme al otro lado de la mesa, subirme a la camilla, pasar por el quirófano me ha hecho conocer las distintas formas de ofrecer acompañamiento en los procesos de salud y enfermedad.  Apostar por la longitudinalidad es rentable, tanto para mejorar la experiencia de los pacientes (por eso te he contado la mía), como en términos absolutos de salud (hay ya estudios que demuestran que tener el mismo médico de familia más de 15 años reduce la mortalidad de la población un 30% ¿fuerte no?).

He visto clarísimo el contraste entre la asistencia longitudinal y la "parcheada" en mi propia piel. Tengo claro cómo debe ser, como debemos favorecer que sea y como quiero proporcionarla yo.

lunes, 3 de julio de 2023

03/07/2023: MFyC pensando en el futuro

Dejé de trabajar a los 6 meses de embarazo, después de una semana en la que hice un domicilio a un 4° piso sin ascensor arrastrando el maletín y los restos que quedaban de mí después de esas mañanas de más de 40 pacientes que prefieres olvidar.  Aún así, hubiera preferido seguir trabajando unas semanas más, pero necesitaba un poquito de adaptación de las condiciones del puesto (para no morir ahogada y agotada) y eso, en aquel momento, no era posible según el personal de riesgos laborales, no era necesario según mis jefas. 

Así que interrumpí mi vida laboral con la sensación de que a los sanitarios que estamos trabajando por encima de nuestras posibilidades nos cuidan más bien poco y tenemos apenas respaldo de nuestros superiores cuando más lo necesitamos.   

Ya en casa, sentada con las piernas en alto y el ánimo por los suelos, el leit motif de mi reflexión fue: "La atención primaria está agonizando, se hunde, intento ayudarla pero a nadie parezco importarle, me hundo... Necesito un plan B, un bote salvavidas que nos mantenga a flote a mi hija y a mi".

Pensé en varios planes de supervivencia: preparar la oposición (a todo el mundo parece tranquilizarle la estabilidad laboral aunque sea en el Titanic), la medicina privada (tendría mejores condiciones pero la universalidad de la asistencia naufragaría), la medicina penitenciaria (¿se supone que estoy huyendo de un barco que se hunde para subirme a una balsa a la deriva?...).  Pero quizá la que más esperanza me daba era pensar en repetir el examen MIR, hacer otra especialidad, cambiar de barco, algo que siempre dije que no haría.  

Tengo presente que si me vuelvo a presentar será para elegir, ya no con el corazón como la primera vez, sino con la cabeza.  Elegiría una especialidad que no se hunda o que lo haga mucho más despacio, que tenga un contacto con el paciente más limitado, que sea menos amplia, más abarcable, más cómoda, más respetada, que no desgaste tanto, con el respaldo de un hospital, con buena perspectiva laboral tras la residencia.  Una especialidad que aunque no me haga igual de feliz que lo hace la medicina de familia, al menos me deje sobrevivir.  Decir todo esto en voz alta fue de las cosas más duras que me he escuchado.

Pero antes de llegar a eso, antes de huir hacia adelante, antes de renunciar a un sueño, quiero darle (darme) la última oportunidad.  La medicina rural podría ser mi lancha motora.  

Tengo la esperanza de que allí aún quede algo de la esencia de esta profesión, de que sea quizá el último reducto de la medicina familiar y comunitaria de la que me enamoré.   Tampoco será fácil, tendrá sus desafíos, pero tengo más ganas de enfrentarme a lo desconocido que de seguir pegándome contra una pared que ya conozco. Tendré que averiguar en un futuro si estoy a la altura, si la medicina rural cumple mis expectativas y yo cumplo las suyas.

Y con toda esta vorágine de opciones, sólo una cosa estaba clara, mi hija Lucía iba a llegar a mi vida y yo quería que estuviera orgullosa de mi.  Quería y quiero contarle que fui MIR MFyC, y que sigo enamorada de la medicina de familia, y que no me rindo.  Buscaré la manera de disfrutar de ser médica y mamá.  Decidiré cuando llegue el momento, encontraré mi sitio, lo prometo.

sábado, 1 de julio de 2023

01/07/2023: Nuevo trabajo

Querido diario:

Desde hace dos meses he cambiado de trabajo radicalmente.  Voy a intentar describirlo en pocas palabras para que quede claro que soy inmensamente feliz pero a la vez estoy tremendamente agotada.  Soy mamá, soy la mamá de Lucía.

Pensarás que no cabe en este blog, que no tiene nada que ver con el trabajo, que ser mamá es una cosa y ser médica es otra, que se puede ser mamá médica y ya está.  

Pues te equivocas, cuando te cambia la vida por completo tu profesión tiene que adaptarse a tu nueva vida (no al contrario).  Esto es lo que hemos llamado "conciliación".  Aunque cuando se pone sobre la mesa suena genial y parece que es la solución, por ejemplo, para mamás trabajadoras; en realidad es como los tapetes de ganchillo de antes, no sirven de mucho pero quedan bien.   Las medidas de conciliación necesitan una actualización que proteja y cuide a la trabajadora para que ella pueda hacer lo mismo con sus pacientes y también con los suyos.  La conciliación tiene que volverse un mantel impermeable vaya.

Supongo que empiezas a explicarte, querido diario, porqué hace meses que no me ves el pelo.  Porque ahora, y hasta dentro de muchos meses, ya no soy MFyC, soy "sólo" mamá.  

Te pondré al día poco a poco porque quiero detenerme en 3 cosas que han pasado.  La primera es que he estado embarazada y eso me hizo pensar en el futuro y tomar decisiones.  La segunda es que he parido a mi hija, he sido paciente en lugar de médica en un momento decisivo de mi vida y me he dado cuenta de algunas cosas.  La tercera es que he sido, soy y siempre seré la mamá de Lucía, y decido ponerla por encima de todo, también de mi trabajo.

Te contaré esto y luego dejaré de contarte cosas.  Porque todo lo que ahora me pasa tiene que ver con la experiencia de ser madre.  Así que ahora tengo otro diario, menos ilustrado, más íntimo.  Un diario que habla de mí pero también de nosotras, y de todo eso que da miedo decir cuando eres mamá y aún escribirlo cuesta.

Así que de momento te prometo 3 páginas más, querido diario, y luego iremos viendo.

01/06/2025: Los mitos de la medicina rural

Si alguna vez he tenido la sensación de quedarme con las ganas de decir algo, lo he resuelto escribiéndolo después. ¿A ti no te ha pasado nu...