martes, 30 de enero de 2024

30/01/2024: La médica del diablo

Hoy vengo a presentaros a un paciente.  Para respetar su privacidad no lo dibujaré tal como es, no hablaré de él por su nombre ni os contaré toda la verdad porque aquí todo el mundo lo conoce.  

El primer día que llegué a pasar consulta donde él vive, tres de sus médicos anteriores me habían hablado ya de él, "ten cuidado", "es problemático", "no discutas".  Ese mismo día me llamó mi jefe para advertirme "si va, no lo veas tú sola, ten cuidado".  No os voy a engañar, tenia miedo, estaba sola, estaba asustada, el diablo al que todos tememos podía venir a verme en cualquier momento.  

Los médicos a veces tenemos miedo, miedo de no hacer las cosas bien, de la incertidumbre que nos rodea, de lo que nuestro cansancio puede hacernos y a veces, de nuestros pacientes.  No os voy a engañar, tenía mucho miedo cuando la primera llamada que recibí en ese primer día, marcaba el número del diablo en el teléfono.

Descolgué y empezó a hablar en tono bronco sin dejar apenas que me presentase.  Habló de malas experiencias con el sistema sanitario, de molestias y dolores que lo acompañan desde hace años y nadie ha podido mitigar, siguió contándome cómo la vida le ha resultado difícil de sobrellevar a él y a quienes se le han acercado, reconoció que se agarra a medicaciones peligrosas que acallan el dolor físico y mental, me confesó que hace años que no sale de su casa y que la soledad es su obligada zona de confort.  Hablaba cada vez más despacio, mientras yo simplemente hacía afirmaciones que le permitiesen saber que seguía escuchándole.  Casi exhausto tras el discurso, me permitió hacerle una pregunta: "¿quieres que me acerque para que hablemos en persona?", me dijo que a los diablos nadie los visita y que su casa, en consecuencia, no estaba presentable, pero quería conocerme.  

Resultó que el diablo estaba también solo y asustado, su fachada y su reputación responden a sufrimiento propio y ajeno de muchos años de evolución, un sufrimiento que ha ido moldeando la leyenda que hoy tenemos en consulta.  Todos hemos alimentado al monstruo a base de fármacos sedantes, dándole al diablo lo que aparentemente pedía, pactando con él un periodo de calma para todos.  

Hoy ha salido de casa y ha venido a verme al consultorio.  Él hizo el esfuerzo de aparecer y estar tranquilo, yo me esforcé por transmitir calma y comprensión.  Por el momento no confiamos mucho el uno en el otro, pero ambos intentamos conocernos mejor para poder hacerlo. Él es tal reto para mí como yo lo soy para él.  Resulta que soy la médica de este diablo, porque el diablo merece que alguien atienda su dolor tanto o más que el resto.

Estoy convencida de que en la gran mayoría de consultas tendréis un diablo, cuando no varios.  Es necesario hablar de ellos, porque siempre hay pacientes que nos ponen en riesgo, hay pacientes que entienden nuestra figura desde la confrontación, hay gente que sufre y hace sufrir porque no conoce otra manera de acercarse,  hay personas desesperadas que hacen desesperar.  Los sanitarios necesitamos prepararnos para afrontar esas consultas y necesitamos respaldo institucional para atenderlos en condiciones de seguridad, porque los diablos nos necesitan, mucho más de lo que desearíamos.  

Este es uno de mis grandes desafíos, conectar con la gente con la que parece más complicado, porque la profesión así lo exige, cuidar de quien ni siquiera pretende cuidarse o que le cuiden, estar cerca en lo posible del dolor que intenta destruir y aislar a la persona.  No va a ser fácil, no va a ser rápido, no estará exento de tropiezos, puede que no salga bien, pero tengo que intentarlo; soy la médica del diablo.

viernes, 12 de enero de 2024

12/01/2024: El maletín del médico

Ayer dediqué parte de la tarde a poner a punto mi herramienta de trabajo. Algunos lo llaman cabás, otros bolsa médica, y muchos maletín.  Es un complemento que sólo llevamos los médicos de familia y que nos identifica, porque nosotros salimos a la calle y a las casas cargando con él, porque cada médico configura el suyo para que le sea útil allá donde esté.  Y como no hay dos médicos iguales, tampoco los maletines deben serlo.  Es decir, tu maletín es tan único como tú. 

El mío es en realidad una mochila muy compartimentada, gris y azul, muy ligera, en apariencia muy corriente, pero en el fondo es especial porque me la regalaron los compañeros del centro de salud donde me convertí en médica de familia y siempre siempre siempre me acompañarán entre los bolsillos de mi maletín. 

En mi nuevo puesto de trabajo (en el medio rural) se hace aún más indispensable que lo lleve dentro y fuera de las consultas.  Me acompañará a los tres consultorios, a los domicilios y a las urgencias.

Es mi fiel escudero.  Yo sin él no podría desenvolverme igual de rápido, y él sin mí no sirve de mucho, de modo que tenemos que estar coordinados.  Sé que dentro debo llevar artilugios y herramientas que me ayuden a diagnosticar y tratar la mayor parte de las consultas, lo más ordenadamente posible, para encontrar las cosas rápido y reponer lo que falte de forma sencilla. 

Pero en el maletín no cabe todo, ni debe hacerlo, tenemos que equiparlo con lo más rentable.  Eso implica que hay algunas cosas que son tan indispensables que siempre van a estar dentro y otras que iré adaptando a la situación y al medio en el que me encuentre. Para configurarlo tengo una pequeña guía donde apunté tanto lo que uso con más frecuencia como lo que una urgencia grave me requeriría utilizar en la primera asistencia. Tengo claro que de nada sirve incluir medicaciones que no sabría utilizar, instrumentos que no puedo manejar en la mayoría de escenarios, materiales a los que apenas doy uso en consulta.

A mí me han servido los ejemplos de algunos compañeros que se desenvuelven bien en el medio rural, así que dejo aquí mi organización por si sirve de inspiración a algún novato como yo:

- Bolsillo de documentación: recetas, p10, hojas en blanco (para dibujar o apuntar cosas), sello, tinta, bolígrafos, subrayador, manual de emergencias en atención primaria (luego casi nunca lo miro, pero llevarlo me da una serenidad que la emergencia requiere).

- Estuche súper-imprescindible (cosas de uso diario que suelo sacar sobre la mesa de la consulta): fonendoscopio, pulsioxímetro, termómetro, martillo de reflejos, linterna, otoscopio.  Yo tengo también un pequeño otoscopio con cámara que me ayuda a compartir imágenes de otoscopia con compañeros y un kardia para hacer ecg de 6 derivaciones. 

- Estuche imprescindible (este no lo dejo sobre la mesa pero lo abro todos los días): glucómetro con tiras y lancetas, tensiómetro digital y manguito manual por si algo falla, pilas para no quedarme colgada.

- Estuche "pringoso" (lo llamó así porque dentro llevo todos los líquidos que "pringan"): lubricante, Betadine, suero fisiológico, pomada antibiótica, pomada antiinflamatoria, tiras de orina, test rápidos, guantes (muchos guantes), mascarillas.

- Estuche de fungibles (constantemente tengo que estar reponiéndolo, intento agrupar las cosas con gomitas pero reina el caos con frecuencia): vendas, gasas, apósitos, tiras de aproximación, gasa de hemostasia, gasa orillada, campos estériles, compresas, esparadrapo, guantes estériles, seda, nylon, hojas de bisturí, tijera, pinza, kit vía IV, kit vía SC, smach, agujas diferentes, jeringuillas de distintas capacidades, contenedor de punzantes, guedel.

- Ampulario (dentro van medicaciones IM, IV y VO) yo las ordeno alfabéticamente porque las encuentro antes.  

- Ampollas: adrenalina, amiodarona, atropina, akineton, Buscapina, cloracepato, dexametasona, Diazepam, diclofenaco, flumacenilo, furoaemida, haloperidol, konakion, levomepromacina, metamizol, metoclopramida, mepivacaína, midazolam, morfina, naloxona, polaramine, stesolid rectal, sulpirida, urbason. 

- Orales (llevo algunos extra porque en mi medio la accesibilidad a la farmacia es algo más complicada): Acetilsalicílico, captopril, dexametasona, Diazepam, diclofenaco, ebastina, furoaemida, Ibuprofeno, lorazepam, metamizol, Omeprazol, Paracetamol, prednisona.

Llevo también un mechero y algunos clips, un paquete de clínex, unos caramelos, un triturador de pastillas, un cargador de móvil, las llaves, un papel con teléfonos de interés de la zona, una chuleta que detalla lo que llevo dentro del maletín.  

Dejo siempre un bolsillo exterior vacío y ahí van los extras de ultima hora y los papeles de información confidencial del paciente que voy a ver.  Que me llaman de una laceración en el ojo, echo la fluoresceína, que me llaman de una herida, echo el kit de suturas, de una quemadura echo silvederma, a veces echo el dermatoscopio, oftalmoscopio... Que parece que me voy a pasar un buen ratito en el aviso, meto en ese bolsillo hasta el bocata del almuerzo.

Y si algo tiene mi maletín es que está abierto a cambios.  Me da seguridad llevar lo que he considerado importante pero soy consciente de que siempre falta alguna cosa que un día necesitas y que siempre llevamos algo que va a caducar sin usar.  Yo creo que el arte de tener un buen maletín es el de encontrar el equilibrio en su contenido, tener cierta seguridad con lo que llevamos y toda la humildad con lo que no podemos llevar.  Y es que hay veces que aunque metiéramos el hospital entero dentro del maletín no conseguiríamos solucionar los problemas, y otras veces que sin ni siquiera abrirlo seremos capaces de reconfortar a los pacientes.  

El maletín marca muchas veces los tiempos de la consulta.  Por eso siempre trato de escuchar antes de abrir el maletín y trato de hablar de todo lo necesario antes de cerrarlo.  

El maletín habla del carácter del médico.  Lo que llevas dentro revela lo que estás dispuesto a hacer por tus pacientes.  Importa que se vea limpio y ordenado en lo posible, importa que lo manejes con cierta soltura, y puede que sea importante hasta cómo lo lleves y dónde lo dejes.

Y ahora que ya he terminado de revisarlo me parece que no pesa mucho considerando la responsabilidad con la que carga,  la variedad de escenarios en los que me acompañará y todas las historias que ya lleva dentro.  ¿A ver si me olvidé de guardar algo? Os dejo, que voy a echarle un último vistazo. 

sábado, 6 de enero de 2024

07/01/2024: Empezar a volver y volver a empezar

Hace más de 8 meses que no escribo en mi diario, y es que Lucía nació para cambiarlo todo, cambiar mi vida, cambiarme a mi.  Mi hija es un tesoro que no merezco, ser su madre es la vocación más importante de mi vida, es maravilloso el vínculo indestructible que hay entre nosotras.

La maternidad es esa aventura de amor de la que todas hablan, sí, pero también tiene tintes de incertidumbre, inseguridad, alerta permanente, esfuerzo, agotamiento, lucha, desesperación...  Y de eso no hablamos tanto pero también nos acompaña.  Sobre todo, la maternidad trajo el cambio a mi mundo y mi vida hoy no sé parece en nada a la de hace un año.  Entonces percibía un vacío, un hueco que pedía a gritos llenarse y que sólo Lucía era capaz de ocupar.  Ahora ya no hay hueco, he dedicado estos meses por entero a cuidar y criar a Lucía que llena todos los minutos de mis días.  No hay hueco, pero sí quedaron algunas grietas en las que extraño algunas cosas que hace un año sí tenía, todo aquello que he aplazado por ser mamá.  Porque la maternidad implica también duelo silencioso por esas pérdidas o renuncias de tu vida anterior.

Y en este diario procede contar que extraño mi trabajo, echo de menos ser médica de familia.  Quizá porque me aportaba realización personal, reconocimiento social, sentimiento de pertenencia a un equipo y un colectivo.  Sobre todo era una forma de servicio a los demás con la que expresar mi agradecimiento a la vida, era mi ocupación mas allá de mi horario laboral, era mi pasión a la que había dedicado mi esfuerzo los últimos 12 años.  He echado mucho de menos la medicina de familia porque era parte importante de mi identidad.

Ahora es momento de recuperar todas las cosas que me hacen ser yo misma,  toca llenar las grietas, es hora de empezar a volver, entre otras cosas, a ser MFyC.  Quizá sea más bien volver a empezar porque he cambiado por completo el escenario desde la ciudad a los pueblos pequeños, seré parte de un nuevo equipo, descubriré nuevos pacientes, volverán las guardias ahora fuera del hospital, llegarán las horas de coche, la soledad de los consultorios, empezará una etapa de medicina rural.

Sospecho que me espera una medicina desconocida, pero no tengo miedo.  Empiezo una nueva aventura para la que me tengo que preparar y he decidido acompañarme de nuevo de mi diario.  Bienvenidos todos al Diario de una MFyC rural.

09/07/2025: ¿Por qué no te contaminas un poco? Porque NO

Hace unos días se desplazó hasta mi centro de salud un colega visitador médico . Para quienes no estén familiarizados con el término, convi...