miércoles, 20 de noviembre de 2024

21/11/2024: Los médicos de hoy en día… ¿a qué estamos dispuestos?

Hace algunas semanas escuché una entrevista radiofónica en la que un experimentado médico de familia se aventuraba a afirmar que “los médicos de hoy en día no son como los de antes”. Esta frase que, a priori, parece una obviedad si quiere decir que las profesiones cambian adaptándose a los tiempos y a los contextos, se llenó de connotaciones negativas a lo largo de la entrevista, con un colofón en el que se afirmaba que los jóvenes médicos de familia no estamos tan dispuestos a trabajar como aquellos médicos que iniciaron su carrera profesional hace más de 30 años. No sólo es el testimonio de este compañero, también escucho sentencias similares en otros muchos lugares y por boca de otras muchas personas. Me refiero a afirmaciones como “no quieren coger el coche para ir a trabajar”, “no les gusta el medio rural”, “no quieren hacer guardias”, “no quieren coger contratos de atención continuada”. Creo que se alimentan de titulares como: “quedan desiertas 150 plazas de atención primaria”, “movilizaciones por la falta de médicos”, “situación crítica por vacantes de médicos” … Saben a lo que me refiero, ¿verdad? Porque, quien más quien menos, ha leído alguna noticia sobre la situación actual de la atención primaria, y puede que vaya intuyendo que existe un problema real. No es difícil darse cuenta de que estos titulares y soflamas manejan la información de una forma superficial y endeble hasta darle una forma alarmista a un problema que se anunciaba hace ya más de 10 años.  Un problema con el que convivimos, resignados o enfurecidos, según la posición y el carácter de cada cual.

Yo confieso que tengo ratos de resignación, pero la entrevista me enfureció sobremanera. Precisamente porque me identifico como médica de familia joven, comprometida con la profesión y con los pacientes, aunque mi compromiso organizativo (es decir, con la empresa) esté por los suelos. Oigo muchas quejas, muchas críticas, muchos malos augurios para los médicos como yo, pero apenas escucho propuestas de mejora.

Me hubiera encantado sentarme en la mesa de esa entrevista, participar del debate, hablar de tú a tú con ese médico que parece que ha perdido la esperanza e intentar comprenderlo.  ¿Sólo yo opino que faltan médicos jóvenes participando del debate? Hoy voy a escribir, hoy le voy a escribir, tan sólo mi punto de vista, tan sólo aquello que desearía que supiera todo el que se queja, critica o presagia nuestros desastres. Sencillamente voy a exponer aquellas cosas que estoy dispuesta a hacer para mejorar el panorama actual de nuestra atención primaria, para que mi compañero vea que no está tan sólo como le parece.

Estoy dispuesta a desplazarme para acudir a mi puesto de trabajo, de hecho, lo hago diariamente hasta un pueblecito a 35 km de mi casa. Estoy dispuesta a seguir utilizando mi propio vehículo personal en mi trabajo, incluso para realizar la asistencia urgente a pacientes, y a soportar los gastos de gasolina y mantenimiento de este sin que sea reconocido ni retribuido, como hacen cientos de compañeros en silencio.

Estoy dispuesta a trabajar en el medio rural, como de hecho trabajo, a sabiendas de que no disponemos de los mismos recursos y de la distancia que me separa de muchos servicios que son fundamentales para la salud de mis pacientes. Estoy trabajando sin dermatoscopio, sin ecógrafo, sin bisturí eléctrico, y lo que es de verdad grave, sin electrocardiograma en mi consultorio (el más cercano está a 10 km). Estoy dispuesta a seguir ejerciendo en el medio rural, donde las poblaciones no suelen superar los 1000 pacientes por médico, sólo allí encuentro el último reducto donde ejercer mi profesión con cierta serenidad sin sobrecargas de agenda, dando a cada cual el tiempo que necesita, siendo accesible y sin lista de espera. 

Estoy dispuesta a asumir la formación de profesionales residentes con una remuneración mínima, sin tiempo designado a la actividad docente (como de hecho muchos compañeros están haciendo). No podemos seguir formando a la mayoría de nuestros médicos en el medio urbano y esperar que al terminar su especialidad decidan mudarse al medio rural que desconocen, porque allí es donde más necesidad tenemos. Si no se valora lo que no se conoce, ¿Qué salida laboral esperan que valoren nuestros residentes?

Estoy dispuesta a compaginar mi trabajo en la consulta con las guardias (jornadas atención continuada de 17 horas), como de hecho hago, sabiendo que puede surgir una emergencia en medio de la noche y que tendremos que salir con el coche del centro de salud y puedo terminar incluso subida en una ambulancia. Pero necesito saber que puedo descansar al día siguiente (librar la guardia) y no estoy dispuesta a soportar turnos de atención continuada que pueden llegar a superar las 48 y hasta 72 horas encerrada en el centro de salud. No puede pagar el paciente un despiste que tuve por agotamiento.

Estoy dispuesta a trabajar algunos fines de semana y festivos, pero no estoy dispuesta a aceptar contratos exclusivamente de atención continuada. Me he formado en medicina familiar y comunitaria y mi profesión consiste en la atención longitudinal a los pacientes, no en trabajar cubriendo los huecos, cada día en una consulta y encadenando guardias los fines de semana y todos los festivos del año. Es imperativo cuidar a los profesionales que se encuentran trabajando de esta forma, no se merecen ser profesionales de segunda cuando están solucionando un problema estructural al que hay que encontrar otra solución.  Creo que debo asumir, junto con todos mis compañeros, la cobertura de una atención continuada que no puede ser responsabilidad de tan solo unos pocos médicos, ni de la urgencia hospitalaria.

Estoy dispuesta a trabajar con contratos temporales cuando esa es la necesidad existente. Pero perdonen que exponga mis dudas. No consigo entender por qué en mi comunidad se convoca un examen de oposición con más de 200 vacantes ofertadas y se decide adjudicar solamente 25 de ellas, para seguir abandonando al resto a la temporalidad.  Estoy dispuesta a aprobar también la siguiente oposición, claro que sí, es la única vía que me llevará a la longitudinalidad que ansío, pero no estoy dispuesta a escuchar sandeces sobre contratos que se dejan desiertos.

Estoy dispuesta a seguir acudiendo a sus llamamientos centralizados para cubrir las vacantes de otros médicos de familia, a sabiendas de que los hacen con la mínima anticipación (sacan la convocatoria oficial con menos de 24 horas de antelación), sin baremación previa de los méritos de los profesionales (se valoran tan solo una vez al año, cuando conviene), e incluso teniendo que estar en el paro o con contratos de días sueltos hasta que los convoquen. No estoy dispuesta a seguir encubriendo que las “movilizaciones” del personal sanitario se hacen siempre de esta manera, tarde y mal.

Estoy dispuesta a todo esto, y probablemente mucho más, si todos mis compañeros trabajan conmigo en igualdad de condiciones, minimizando las tremendas diferencias entre los profesionales rurales y urbanos, equiparando los derechos del personal fijo y el eventual o temporal. 

Esta es mi declaración de intenciones, la mía. Cada cual tiene la suya propia y deberían escuchar la de muchos de mis jóvenes compañeros para encontrar solución a esta “falta” de médicos. Para sorpresa de nadie, las condiciones de nuestro trabajo entre otros factores hacen que muchos compañeros jóvenes médicos de familia estén eligiendo la medicina privada, el trabajo en urgencias extrahospitalarias u hospitalarias, muchos repitan el examen MIR para hacer otra especialidad o emigren a otros países donde el trato es algo mejor. Los médicos que les faltan son los que dejan escapar; no lo digo yo, lo dice por ejemplo Juan Simó aquí: el super-bulo de la falta de médicos. 

Así que, sí, los médicos jóvenes de hoy en día hemos cambiado, como cabía esperar. No somos ni mejores ni peores, somos protagonistas de un escenario muy distinto.  Venimos de un proceso selectivo muy exigente para entrar en la universidad que culmina con una elección de la especialidad tremendamente sesgada. Cuando por fin nos convertimos en médicos de familia, hay tantos lugares en los que podemos trabajar que nos vemos en la tesitura de elegir, y hacerlo bien.  Tras el salto al mundo laboral nos encontramos, casi antes de empezar, con el desprestigio y las carencias de nuestra atención primaria que hacen sencillo instalarse en la cultura de la queja y no iniciar movilizaciones activas (que echo en falta).  Ojalá las herramientas (sindicatos, sociedades científicas, movimientos…), que tienen capacidad para organizar el relevo de la generación que abrió camino con la nuestra, lo hagan. Porque hacen falta cambios y obligatoriamente pasarán por nosotros.  Nuestra disposición, no será en absoluto incondicional, entonces me queda la duda… ¿vosotros, hasta dónde estáis dispuestos a llegar?

sábado, 16 de noviembre de 2024

16/11/2024: ¿Te apuntas conmigo? A propósito de mi caso

El viaje en tren después de un congreso es para mí un momento perfecto para la reflexión. Vengo del 44° congreso de la Sociedad Española de Medicina de Familia celebrado en Barcelona.

Si empiezo por el principio hace casi un año que empieza el proyecto que hoy no sé si se termina o por fin se inaugura.  Fue entonces cuando un mensaje de un buen amigo proponía una nueva aventura juntos: coordinar un monografico sobre laboratorio clínico en atención primaria (tema interesantísimo a mi parecer), en una revista de tirada nacional.  A priori el vértigo me inmovilizó, me abrumaba la responsabilidad y la carga de trabajo previsibles, y tuve miedo de no dar la talla y de verme obligada a sacrificar tiempo y esfuerzos sin éxito.  Pero como no me falta valor o inconsciencia (aún hoy no lo tengo claro), dije que sí, porque me cuesta mucho decir que no (y más a Carlos), y porque sabía que un proyecto tan interesante tenía la capacidad de volver a introducirme en el hábito del estudio, la lectura crítica, el trabajo en equipo y el disfrute de la medicina más allá de la consulta. 

Y así fue, acepté la propuesta de Carlos (se veía venir), confiando en que su compañía siguiera trayéndome golpes de suerte, como hace siempre.

Siguieron 11 meses de trabajo, estimulante y gratificante, no exento de tropiezos superados de la mano de mi socio; un trabajo que ha llegado a término de una forma espectacular.

Esta experiencia me ha permitido conocer a personas excepcionales, aprender no solo contenidos interesantísimos y de alto valor para mi profesión, sino también metodología de trabajo y de comunicación, estilos de redacción, normas de publicación...  Me ha acercado a autores impresionantes, que han hecho fácil un trabajo verdaderamente dificil.  He trabajado de noche, de día, en la consulta, en las guardias, sola, acompañada y hasta con una bebé colgando.  He leído innumerables artículos, borradores, notas, libros... He redactado miles de mensajes y correos que bien podrían haber hecho desesperar a mí compañero de fatigas, que ha sido tremendamente paciente y comprensivo como sólo puede serlo alguien que te aprecia de verdad.

Y cuando el trabajo de coordinación, redacción y revisión se terminó, culminamos con la presentación del monográfico en un congreso nacional que hace 6 años me recibió como médica residente, hace 3 me vió exponer este Diario ante una comunidad cientifica de profesionales que respeto, hoy me permite ser ponente en compañia de médicos a los que admiro, e incluso disfrutar de las ponencias de auténticas eminencias que al bajar de la tribuna se hacen uno de tantos.  Los congresos tienen el poder de reunir al personaje más pequeño junto al grande en una misma mesa.  Este congreso tiene el valor de hacerlo sin que medie financiación de la industria farmacéutica, libre de humos que intoxican.  El congreso Semfyc es punto de reunión de médicos de familia de toda España, es una inyección de entusiasmo para los que llegamos cansados y agobiados, una reafirmación del inmenso valor de la medicina de familia para los que tenemos la suerte de venir con optimismo.

Este congreso en Barcelona ha sido una experiencia inolvidable y, seguramente, no sólo para mí.  Mi participación en el monográfico de una revista como AMF (Actualización en Medicina de Familia) también la recordaré siempre con cariño.

Visto en perspectiva, ha merecido la pena decirle  que sí a Carlos y decirme que sí a mí.  Espero recordar en adelante que cuando un compañero propone un proyecto interesante, un curso, un congreso, una sesión, una lectura o cualquier aventura compartida, tendré que decirle que SÍ

01/06/2025: Los mitos de la medicina rural

Si alguna vez he tenido la sensación de quedarme con las ganas de decir algo, lo he resuelto escribiéndolo después. ¿A ti no te ha pasado nu...