El viaje en tren después de un congreso es para mí un momento perfecto para la reflexión. Vengo del 44° congreso de la Sociedad Española de Medicina de Familia celebrado en Barcelona.
Si empiezo por el principio hace casi un año que empieza el proyecto que hoy no sé si se termina o por fin se inaugura. Fue entonces cuando un mensaje de un buen amigo proponía una nueva aventura juntos: coordinar un monografico sobre laboratorio clínico en atención primaria (tema interesantísimo a mi parecer), en una revista de tirada nacional. A priori el vértigo me inmovilizó, me abrumaba la responsabilidad y la carga de trabajo previsibles, y tuve miedo de no dar la talla y de verme obligada a sacrificar tiempo y esfuerzos sin éxito. Pero como no me falta valor o inconsciencia (aún hoy no lo tengo claro), dije que sí, porque me cuesta mucho decir que no (y más a Carlos), y porque sabía que un proyecto tan interesante tenía la capacidad de volver a introducirme en el hábito del estudio, la lectura crítica, el trabajo en equipo y el disfrute de la medicina más allá de la consulta.
Y así fue, acepté la propuesta de Carlos (se veía venir), confiando en que su compañía siguiera trayéndome golpes de suerte, como hace siempre.
Siguieron 11 meses de trabajo, estimulante y gratificante, no exento de tropiezos superados de la mano de mi socio; un trabajo que ha llegado a término de una forma espectacular.
Esta experiencia me ha permitido conocer a personas excepcionales, aprender no solo contenidos interesantísimos y de alto valor para mi profesión, sino también metodología de trabajo y de comunicación, estilos de redacción, normas de publicación... Me ha acercado a autores impresionantes, que han hecho fácil un trabajo verdaderamente dificil. He trabajado de noche, de día, en la consulta, en las guardias, sola, acompañada y hasta con una bebé colgando. He leído innumerables artículos, borradores, notas, libros... He redactado miles de mensajes y correos que bien podrían haber hecho desesperar a mí compañero de fatigas, que ha sido tremendamente paciente y comprensivo como sólo puede serlo alguien que te aprecia de verdad.
Y cuando el trabajo de coordinación, redacción y revisión se terminó, culminamos con la presentación del monográfico en un congreso nacional que hace 6 años me recibió como médica residente, hace 3 me vió exponer este Diario ante una comunidad cientifica de profesionales que respeto, hoy me permite ser ponente en compañia de médicos a los que admiro, e incluso disfrutar de las ponencias de auténticas eminencias que al bajar de la tribuna se hacen uno de tantos. Los congresos tienen el poder de reunir al personaje más pequeño junto al grande en una misma mesa. Este congreso tiene el valor de hacerlo sin que medie financiación de la industria farmacéutica, libre de humos que intoxican. El congreso Semfyc es punto de reunión de médicos de familia de toda España, es una inyección de entusiasmo para los que llegamos cansados y agobiados, una reafirmación del inmenso valor de la medicina de familia para los que tenemos la suerte de venir con optimismo.
Este congreso en Barcelona ha sido una experiencia inolvidable y, seguramente, no sólo para mí. Mi participación en el monográfico de una revista como AMF (Actualización en Medicina de Familia) también la recordaré siempre con cariño.
Visto en perspectiva, ha merecido la pena decirle que sí a Carlos y decirme que sí a mí. Espero recordar en adelante que cuando un compañero propone un proyecto interesante, un curso, un congreso, una sesión, una lectura o cualquier aventura compartida, tendré que decirle que SÍ
Enhorabuena por el trabajo. Y gracias por la generosidad de tu esfuerzo.
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